
Historia de una cucharita
La buenas historias siempre se encuentran donde uno menos se las imagina e ir en ruta es estar propenso a ser parte de ellas, así como esos cambios repentinos en la ruta que se convierten toda una historia para contar, las historias siempre serán las protagonistas, no importa si las escuchas o las creas. En fin donde quieras que vayas siempre hay una historia por ser contada o por ser escrita.
Espero que me capten la idea, llevo mas de un año sin escribir por estos lados y ando un poco oxidado. Esta es una historia mas actual que se sale de todo el hilo de historias de mi vida motera pero que me parece perfecta para retomar el Blog y espero que sea de su total agrado.
En una ruta por el centro oriente del país recorriendo parte de Boyacá, Cundinamarca y Santander, recordando un poco de lo que fue aquella ruta por Bogotá y Villa de Leyva he pasado por un pueblito que me ha llamado la atención, o mas bien el me ha estado llamado inconscientemente para poderlo conocer y encontrarme allí una interesante historia, pues resulta que durante el viaje se dieron varias señales relacionadas con ese lugar y por un arrebato de ultimo momento terminé en Saboyá Boyacá.

No soy de mucho de contar datos pero les cuento que Saboyá se encuentra la occidente de Boyacá muy cerca de lo que es la frontera de Santander a unos 2600 metros sobre el nivel del mar y amenos de 5 minutos de desvío de la carretera principal, razón por la que me decidí desviar a ultimo momento al ver el letrero que me indicaba el lugar de entrada que me llevaría hacia la cabecera municipal.
Como no habíamos almorzado, aprovechamos también de la parada para buscar algo que tomar, sacar un par de fotos y seguir un la ruta, una breve parada que no suponía mas de unos cuantos minutos pero que al final estuvimos casi una hora allí. Entramos a una tienda en pleno parque principal muy cerca de donde dejamos la moto, pedí algo para tomar para mi hermano y para mi, mientras la chica del mostrador nos atendía, ví como en una vitrina habían unas pocas cucharitas con un tallado algo particular, unos cuantos libros que al parecer contaban algo sobre la historia de la cucharita y de aquel cantante de música folklórica Jorge Velosa.
La verdad, no preste mayor atención a la vitrina tomé los las bebidas y me senté en el parque junto con mi hermano a disfrutar de ellas cuando levanto de nuevo la mirada y veo una especie de zócalo en donde habían 2 rostros dentro de una cucharas, me pareció llamativo y a la vez me puso a pensar un poco sobre las cucharitas, le conté a mi hermano que en esa tiendan vendían las cucharitas pero que el valor se salia un poco del presupuesto.

Así que me termine la bebida y cuando estaba a punto de volver a la moto, nuevamente ese zócalo se cruzo por mi mirada lo cual me puso a hacer algunas cuentas rápidamente y haciendo unos pequeños ajustes al presupuesto podría comprarme aquella cucharita como recuerdo de aquella visita, pero sin saber que el recuerdo mas valioso no iba a ser propiamente la cucharita.
Me dirijo entonces a la tienda donde antes había comprado los frescos, le digo a la niña del mostrador que quería comprar una cucharita a lo que ella se vuelve y llama a alguien, al poco tiempo aparece una mujer de mediana edad que abre la vitrina y me pregunta de que tamaño quiero la cuchara, a lo que le respondo que la mas pequeña (porque la verdad no tenia para mas), ella saca la cucharita y le pregunto a manera de broma que si existe cuchillo también dado que en la vitrina se observa la cucharita y un tenedor a lo que ella me responde:
Que eso fue una pequeño desliz del artista que quiso realizar un tenedor pero que en realidad no existe si no cucharitas ni siquiera cuchara y seguidamente me dice: ¿Acaso no conoces la historia de la cucharita? a lo que le respondo que no; seguidamente ella comienza a contar la historia.
La cucharita es tallada de la tibia de la res, luego se ser cocinada es tallada y nuevamente cocinada, una de las características es que el tallado incluye lineas tanto verticales como horizontales, ademas de unas cuantas diagonales. Esta talla se realizaba con cuchillos y herramientas mas rudimentarias; hoy en día se usan discos de corte y otras tantas herramientas modernas que aceleran su proceso y que dicha cucharita fue creada unicamente para espolvorear sal en los huevos, por eso no hay cuchara, cuchillo o tenedor.
Asombrado por lo que le acabo de oír le pregunto por la canción, que tiene que ver aquella canción de Jorge Velosa con la cucharita que acabo de comprar y quien fue el gran amigo que se la regalo? a lo que ella me responde que no hubo un amigo, que fue mas bien para adornar la canción. Ademas que hay varias historias del origen de la canción lo que si es cierto es que la cucharita no se la regalaron, mas bien que fue un «auto regalo», entonces comenzó a contarme su versión de la historia.
Me contó que por aquel tiempo el maestro Jorge Velosa trabaja en una estación de radio y lanzó un concurso de cuentos invitando a todas las personas de los pueblos cercanos que le enviaran a la emisora cuentos, anécdotas y otras historias de la región y entre todas ella un habitante, Gregorio Martínez de la vereda Velandia del municipio de Saboyá envió un cuento que le gustó mucho al maestro pero con tan mala suerte que la historia no tenia final.
Ante la curiosidad y la duda el maestro Velosa se contactó con Gregorio Martínez preguntando por el final y este le respondió que se había quedado sin papel y por eso se envió sin final a lo que el maestro le dice que le envíe el final de esa historia pero por diferentes azares de la vida no se pudo conocer el final. A lo que el maestro en su curiosidad se le apareció por sorpresa donde Gregorio Martínez y este en su asombro le pregunta que a que se debe la visita a lo que Velosa le dice que había venido por el final del cuento.
Gregorio Martínez le dice que claro pero que antes lo invitaba a desayunar y cuando éste pasa el salero para ponerle sal al huevo, el maestro se lleva la sorpresa de ver aquella curiosa cucharita pregunta cuela es su uso, a lo que Gregorio le dice que es para ponerle sal al huevo, luego El maestro Velosa le pide que que si le regala al menos la cucharita ya que no ha tenido el final del cuento y entre una charla y la otra este se la «auto regala» pero con tan mala suerte que unos días después ya en el centro de Bogotá le es robada la billetera donde estaba también la cucharita. Luego Velosa compone dicha canción que es bastante famosa en torno aquella cucharita de hueso.

Cierto o no la historia me pareció bastante interesante, también me contó la señora que en la vereda Velandia hay una cuchara gigante que es atractivo turístico de la región y que ademas el pueblo no es solo la canción, hay una gran oferta de actividades como senderismo y ríos para bañarse, definitivamente en la ruta no sabes donde vas a parar o que historias vas a encontrar y a eso es lo que le llamo la magia del camino.
Espero pronto volver a este interesante pueblo y conocer un poco mas de su historia que es mucho mas que una canción y si se pregunta de que canción le estoy hablando acá se la dejo.
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