de pueblo en pueblo,  Relatos

Destino: Simijaca

Se llegó el día y comparado con la última vez que nos vimos, salí temprano y traté de marcar un ritmo en la ruta, aunque me sentí un poco extraño en rodar solo los primero kilómetros a medida que avanzaba en la ruta me sentía más como si lo hubiera hecho esto desde siempre.

Tomé finalmente la ruta Medellín – Cimitarra y de allí subir hasta Landázuri – Vélez departamento de Santander, Puente Nacional – Chiquinquirá éste último en el departamento de Boyacá y Finalmente Simijaca en el departamento de Cundinamarca.

El primer tramo fue en el que gané buen tiempo porque la carretera era bastante familiar y me fui derecho sin parar hasta mucho después de puerto Berrio donde me detuve a tomarme una foto junto a algunas reses y otra al llegar a Cimitarra donde fue la primera vez que me reporte a mi familia.

me sentí feliz de haber superado este tramo y ya bastante animado me preparaba para afrontar una ruta que fue una de las mas complicadas en la que había rodado, ésta vez el reto sería subiendo la montaña y no bajando como lo hice aquella vez, aun con algo de temor con encontrarme algún deslizamiento de tierra, en ésta ocasión el clima me favorecía pues aún no comenzaba la temporada invernal. Respiré profundo y decidí continuar la ruta soportando el calor que hacía en Cimitarra al mediodía con la esperanza de que cuando estuviera en la cima la temperatura bajara un poco.

En un tramo bastante sinuoso pero con una carretera en mejores condiciones comparada con la ultima vez y con sólo un par de kilómetros en carretera sin pavimentar, llegué a Landázuri donde paré a almorzar y descansar ya que estaba exhausto y sin entrar aun al pueblo vi un restaurante en una esquina, dejé la moto cerca a la entrada al restaurante pedí el menú del día el cual me sorprendió por lo económico y generoso que era el plato, allí me reporte por primera vez con ella, le informé del viaje como me sentía que en teoría estaba a mitad de camino de volvernos a ver nuevamente.

Landázuri Santander

Continué la ruta preparado para continuar el otro tramo difícil, que me llevaría hasta Vélez; allí debía cargar combustible y poner el GPS de mi celular que indicara la ruta a seguir porque hasta ahí me conocía la ruta. Me detuve a contemplar el paisaje y ví que a lo lejos el agua me podía alcanzar por lo que nuevamente apuré el paso. Estaba cómodo tomando resaltos y huecos en la carretera y a la vez me asombraba de como habían mejorado mis habilidades en terrenos difíciles. Cuando menos pensé estaba nuevamente en carretera firme y muy cerca de Vélez. Una vez mas, reto superado ya sólo era cargar combustible de tal manera que alcanzara hasta mi lugar de destino.

Estando allí pare a comprar bocadillos en el mismo lugar que compré la vez pasada tanto para ella como para mi familia. Afortunadamente la amenaza de agua había quedado atrás y el sol de la tarde daba sobre mi rostro; continué entonces hasta Chiquinquirá en Boyacá donde llame a mi madre a bromear un poco ya que su tercer nombre es precisamente ese, también me hablé con ella para indicarle que estaba cerca y me diera instrucciones de como llegar al pueblo y buscar así el hotel donde me quedaría en esos días.

Unos minutos después he llegado a mi destino y tras unas 9 horas y 40 minutos de ruta que me permitieron pasar por calor y finalmente frío he podido cantar victoria. Me detuve en una panadería cerca para hidratarme la llamé y lo único que me quedaba era poder verla para que mi dicha fuera completa había vencido todos mis temores solo para verme con ella.


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En camino de convertirme en motero, aventurero soñador y un poco loco, algo friki, curioso por naturaleza, amante de la lluvia, el viento y la carretera.

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