
Destino: desierto de la Tatacoa parte 2.
Se llegó el gran día, 8 pilotos y 2 acompañantes estaban listos para la mega rodada jamás hecha por el club hasta ahora.
A las 4 de la mañana nos encontramos en nuestro lugar habitual con mucha ansiedad y ganas de devorar carretera. La ruta fue planeada con anterioridad pero las paradas, lugares donde comer y descansar quedarían a merced de lo que fuera pasando, siendo una sorpresa para todos; lo único que teníamos claro era que al final del día estaríamos acampando en el desierto de la Tatacoa.

Tomamos la autopista Medellín – Bogotá hasta el municipio de Guarne donde se uniría nuestro último integrante y de ahí comenzar esta gran aventura.
Estaba aún oscuro y sólo nos acompañaban las luminarias a lado y lado de la carretera, hacia mucho frío, a medida que llegábamos a Marinilla la niebla hizo parte del paisaje, fue bastante complicado rodar con semejante clima, el visor del casco estaba empañado y la moto se sentía ahogada por la altura, lo que en momentos me alejaba de la caravana; era difícil mantener el ritmo bajo esas condiciones pero al final todo era parte del viaje.
Pasamos el municipio de El Santuario, el clima había mejorado y la luz del día dejaba ver sus primeros rayos, empezábamos a descolgar rumbo a Cocorná. Pasando por San Luis, tuvimos que hacer un pequeño ajuste a mi moto ya que estaba muy revolucionada y se estaba quedando entre la caravana por lo que a veces el grupo se quedaba a esperarme; aprovechamos un poco la parada para estirar las piernas y sacar algunas fotos y aprovechar para coordinar el desayuno llegando a Doradal.
Al salir de Doradal, continuamos hasta Puerto Triunfo para tomar la ruta del Sol, allí pudimos aumentar un poco el ritmo de la rodada ya que la carretera lo permitia. llegando ya un poco antes del mediodía, estábamos en Mariquita Tolima, donde realizamos una parada para hidratarnos y algunos cargar combustible. Allí nos dimos cuenta que faltaban 2 compañeros y la última vez que los vimos fue llegando a Honda, así que aprovechamos la parada para tratar de contactarlos y luego de varias llamadas, nos contaron que estaban en Armero Guayabal.
Inmediatamente continuamos la ruta en dirección a Armero, al llegar allí, tratamos de contactar de nuevo a nuestros compañeros pero no fue posible, así que decidimos entrar a las ruinas de Armero y conocer un poco de la historia de aquella tragedia que enlutó al país años atrás.
El paisaje era desolador, sentíamos un ambiente raro; en algunas partes estaban personas que que querían ganar algo de dinero como si fuera una atracción turística más, recorrimos todo el lugar de lo que en alguna vez fue el pueblo y tomamos algunas fotografías del lugar, además de visitar el lugar donde murió la niña Omaira que lamentablemente se convirtió en la imagen de tragedia, nos mantuvimos en silencio por unos minutos y volvimos nuevamente donde estaban parqueadas nuestras motos, nos hidratamos y tratamos de contactar a nuestros compañeros los cuales estaban almorzando a más de una hora de ruta por lo cual nos dimos a la tarea de alcanzarlos.
El calor y el hambre hacían de las suyas, por lo que decidimos parar a almorzar en Lérida. Allí coincidimos con dos motoviajeros que iban de Cúcuta rumbo a Popayán, intercambiamos un poco de nuestro viaje en ruta y continuamos el viaje.
Pasamos por Venadillo y Alvarado para luego llegar a Ibagué capital del departamento del Tolima, esperábamos llegar al centro y conocer un poco de esta ciudad, pero un accidente de tránsito tenía cerrada la vía, por lo que tocó dar vuelta atrás y seguir nuestro camino.
Durante el camino el calor se hacia mas insoportable por lo que la paradas a hidratarnos fueron mas seguidas, muchas veces parábamos a observar la plantaciones de arroz que en algunos casos estaban secas producto del fenómeno del niño de transcurría en la época, también había que parar por gasolina, mi moto estaba con un consumo más alto de lo normal así que esa era la oportunidad para hidratarnos.
Al llegar al municipio de Natagaima nuestro compañeros reportaron la llegada al desierto y nos informaron que para llegar al desierto debíamos cruzar el río Magdalena y para pasar al otro lado lo debíamos hacer montando la moto en chalupa.
Aprovechando que nuestros compañeros ya estaban en el lugar de destino, aprovechamos que la carretera era muy solitaria y decidimos sacar más fotos y divertirnos un poco improvisando con ellas. Seguimos entonces hasta Aipe en el departamento del Huila muy cerca de nuestro final luego de unas 14 horas de viaje estábamos cerca de lograr nuestro primer objetivo, nos hidratamos una vez mas y organizamos la logística para comprar alimentos durante la estadía en el desierto por lo que un grupo fue a buscar comida y otros a buscar el transporte para cruzar las motos al otro lado del Magdalena.
cuando estábamos a mitad de las compras, el grupo que fue en busca del transporte nos informa que solo hay paso hasta las 6 de la tarde y que el viernes por ser un día santo nadie trabaja así que nos debiamos apurar. Compramos lo que más pudimos y salimos rumbo al lugar donde realizaremos el paso, con tan mala suerte que en cuanto llegamos la chalupa se alejaba mas y mas, eran más de las 6 de la tarde y estábamos varados al lado del río y sin la más remota idea de qué hacer.

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